CHERNOBYL

Por Marco Antonio Olaguez Bayona

El accidente de Chernobyl fue un accidente nuclear sucedido el 26 de abril de 1986 en la central nuclear Vladímir Ilich Lenin, ubicada en el norte de Ucrania, que en ese momento pertenecía a la U.R.S.S. Es considerado como uno de los grandes medioambientales de la historia y sin duda HBO nos entregó la mejor serie de 2019 al contarnos esta historia de horror puro.

¿Horror? La respuesta es totalmente, pues el buen horror siempre asusta más en lo que implica que en lo que muestra. Lo temible está siempre donde no miramos, en la noche, en las periferias de la percepción. El verdadero miedo es siempre a lo desconocido y a lo que no entendemos. Cuando las luces se encienden y el monstruo se revela llega el susto, pero después, si las luces continúan encendidas, no importa como de horrible sea dejamos de tener miedo. Allí el horror se desvirtúa y entran otras emociones más necesarias para nuestra supervivencia. El miedo es solo un consejo de prudencia de nuestra mente, cuando la amenaza se define la prudencia pierde su importancia. Es después cuando la adrenalina corre por nuestras venas y arde en las calderas de nuestro cerebro, que funciona a toda maquinaria buscando respuestas porque la amenaza ya es conocida. Ya ha sido abarcada. Solo queda buscarle una solución. Y eso es lo que refleja esta miniserie.

Para gozar de esta serie debemos olvidar lo que sabemos y empezar con los personajes, desde el desconocimiento. Dejarnos inmiscuir por la historia, y adentrarnos en el universo de personajes planteado por sus autores. Nosotros de entrada sabemos lo que va a suceder, pues la serie no deja de estar apoyada en un suceso histórico. Sin embargo lo horripilante reside en ver la evolución de los personajes y en como todo el contexto de lo que sucedió gira en torno a una palabra: negación. Y es que conforme a lo planteado la serie plasma como en ocasiones la humanidad se enfrenta a situaciones sin salida y con tal de no alertar a la población o crear una histeria colectiva, el ser humano prefiere no buscar soluciones, porque sabe que no las hay. Desde la perspectiva del autor eso es una forma de piedad. ¿Les suena familiar? Que la disfruten. Vale la pena.

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