Juan Pablo II se salvó de morir, gracias a la virgen de Fátima

En un día como hoy, en 13 de mayo de 1981, hace 42 años, el Papa Juan Pablo II se salvó de morir, un dia en que una iglesia celebraba a la Virgen de Fátima.

Ese día cuando el Padre Santo recorría en su papamóvil por la Plaza de San Pedro, saludando a los peregrinos que se habían reunido por su llegada para la audiencia de ese miércoles, fue herido gravemente de bala por los disparos del turco Mehmet Alí Agca.

Por lo que inmediatamente trasladaron al Santo Padre al Hospital Gemelli, donde permaneció varios meses.

La audiencia general jamás fue realizada, el atentado ocurrió cuando San Juan Pablo II terminaba de dar la primer vuelta en su papamóvil para saludar a más de 30 mil fieles presentes.

“La inmensa multitud quedó atónita y sumida en la más profunda consternación. La única reacción común fue la plegaria. Los altavoces explicaron lo acaecido y la inmensa asamblea comenzó a rezar. La voz del Vicario de Cristo no llegó a oírse”, explicó el Vaticano.

El Papa peregrino confió los enfermos “a la Virgen María Madre de Cristo, a quien está consagrado el mes de mayo de la piedad y el alma de los fieles. Ella conoció a su existencia la alegría más íntima y honda junto a la tristeza y a la prueba más terrible. Así ocurre a cada uno de nosotros, y el gozo se alterna con el dolor mezclando en nuestra vida las rosas con las espinas”.

Después del atentado, El Papa Wojtyla se acercó más a la devoción por la Virgen de Fátima, convencido de que Santa María lo protegió.

San Juan Pablo II señaló que cuando fue alcanzado por la bala, no se percató que era el “aniversario del día en que la Virgen se apareció a tres niños de Fátima”.

Fueron cuatro balas las que alcanzaron a San Juan Pablo II, dos de ellas se alojaron en su intestino, otra impactó en su brazo derecho y la cuarta bala en la mano izquierda.

El 14 de mayo de 2006, al cumplirse ya 25 años del atentado, el Papa Benedicto XVI recordó lo ocurrido y dijo que “Juan Pablo II sintió que había sido salvado milagrosamente de la muerte por la intervención de una mano materna”.

San Juan Pablo II estudió los informes de las apariciones de Fátima y el año del atentado viajó por primera vez a su santuario en Portugal para “agradecer a la Virgen su intervención para la salvación de mi vida y el restablecimiento de mi salud”.

En diciembre de 1983, el Santo Padre visitó y perdonó a Alí Agca en la cárcel romana de Rebibbia y el turco le preguntó: ¿Por qué no murió? Yo se que apunte el arma como debía y sé que la bala era devastadora y mortal. ¿Por qué entonces no murió? ¿Por qué todos hablan de Fátima?”.

En 1984, el Papa Wojtyla como agradecimiento a la Virgen, donó al santuario de Fátima la bala que le extrajeron y que fue engarzada en la aureola de la corona de la imagen.

Faja blanca que aportaba el Pontífice el día del atentado fue donada al Santuario Mariano polaco de Jasna Gora, símbolo de la unidad Polonia.

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