Pedro Núñez López
Siendo Gobernador Baca Ortiz mandó remodelar la Plazuela que hoy lleva su nombre, estableció la primera imprenta en Durango; gestionó el establecimiento de la primera Fundición de Fierro del Norte de México, después la Ferrería San Francisco, y más tarde la Ferrería Flores. También estableció una Fábrica de Vidrio. La historia del Paseo de Las Alamedas nace a finales del Siglo XVIII en la época colonial y surge de la necesidad de tener un lugar de esparcimiento.
El historiador y cronista de la ciudad, Javier Guerrero dice que existen antecedentes de que en 1790 se hace una primera plantación de álamos para hacer un parque público junto al río que atravesaba la ciudad. Indicó que a finales de 1700, la Plazuela Baca Ortiz era conocida como la Plaza del Terror, ya que en el lugar se realizaban los escarnios públicos de la Santa Inquisición. Aunque no se tiene antecedentes de ejecuciones, dijo que en 1792 se construyó un quemadero, por lo que supone que sí existieron condenados a muerte.
Del mismo modo el fallecido cronista duranguense Manuel Lozoya comentó “en el punto establecido al sur del Centro Histórico, entre las calles Juárez y Madero, donde desemboca Victoria, contaba con un quemadero y una horca, donde se quemaba o se ahorcaba a los sentenciados con esa horrenda muerte, por el tribunal de la Inquisición”, y se sancionaba públicamente a las personas amarrándolas para que la gente les pudiera arrojar cosas, y es por ello que se le conoció como la Plazuela de los ajusticiados. Cabe señalar que nunca hubo algún ejecutado en tiempos de la Santa Inquisición en Durango, en realidad solo servía como escarmiento, o para sembrar temor y no caer ahí.
Datos obtenidos de la Historia de la Santa inquisición en México, versión de los antiguos historiadores Everardo Gámiz y José Ignacio Gallegos Caballero, apuntan que la plantación de los álamos se dio en 1826 por órdenes del primer gobernador de la época Independiente, Santiago Baca Ortiz, para embellecer el lugar, mandando construir en 1826 los dos jardines que aparecen en el plano de 1860, los cuales fueron trazados con formas geométricas con la intención de borrar de la memoria de la habitantes la horca y el quemadero.
El primero de agosto de 1898 por decreto del Cabido se nombraron una serie de calles, así como se cambiaron los nombres tradicionales de las principales plazas y paseos de la ciudad. La Alameda Principal tomó el nombre de Ortiz de Zárate. En la Plazuela Ortiz de Zárate se pusieron unos leones de cantera y se terminó la columna con un águila desgarrando una corona imperial, dedicada a los Héroes de la República, diseñada en 1867 por Ignacio Ortiz de Zárate y Aniceto Parra. Asimismo se construyó un estanque, cerca de la Acequia Grande que infortunadamente el 28 de Julio de 1906 se inundó y ocasionó que murieran ahogados todos las especies que habitaban como gansos, patos y otras aves debido a que se encontraban encerrados entre una cerca de alambre.
Los ocho Leones de cantera que se localizaban de dos en dos en cada esquina de la Plazuela fueron retirados y llevados al Parque Guadiana donde después algunos fueron demolidos y otros simplemente desaparecieron.
En la Plazuela se montaban constantemente espectáculos acrobáticos y circenses, como la carpa de Pedro López “Pepino”, y en los alrededores se encontraban muchas cantinas y casas de tolerancia, esto provocaba que el sitio fuera frecuentado por muchas personas provenientes de los ranchos y haciendas de la jurisdicción que iban a pasear los domingos a Durango.
Hoy la Acequia Grande, ya no existe y sirvió como un punto de referencia histórica de la ciudad de Durango, y por eso mismo merece ser conocida en sus avatares, figurando entre ellos, además de las inundaciones y el lecho mortuorio del señor que tocaba el arpa en el popular y tradicional menudo de la calle de Matamoros.
Sin embargo la Plazuela luce en todo su esplendor con su mobiliario urbano que data de los años 30 de granito y su estilo Art Déco.